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Full, conscious, active | Plena, consciente y activa
from Father Ron
For Catholics, who are used to the physical realities of participation in the Mass—from the kneeling to the sign of peace to, most importantly, the reception of Holy Communion—it’s been an abrupt change not to attend Mass and theologians have differing opinions on whether, to use the language of Vatican II, one can engage in “full, conscious, and active participation” in a Mass if they are watching via television or online.
“If you turn to a TV Mass (or online Mass) with the same attitude that you binge-watch the latest season of [Netflix series] The Crown, then this is not a real act of participation,” said Timothy O’Malley, the academic director at the University of Notre Dame’s Center for Liturgy. “Of course if you attend Mass as a spectator, hoping to hear some nice music, to see some of your friends, this is not the ideal sense of participation either.”
“The kind of ‘viewing’ Mass on TV that is participation involves embodied acts of worship,” he told Crux. “At Mass, we must stand and sit, to use our voices in the praise of God, to kneel before the living presence of Christ. At home, we can and should do this. We can stand and sing the chant or opening hymn. We can sit attentively and listen to the word of God.”
Yet for O’Malley, while live stream or television Mass is different, it’s providing its own source of consolation right now through adjusted rituals.
“As St. Augustine reminds us, it is not enough to sing praise to God in psalms without also letting our lives become a hymn of praise,” he continued. “During this pandemic, there is ample opportunity for this full participation of each and every Christian in becoming a hymn of praise. I suspect this is why so many of us are finding even the viewing of Mass on television necessary for dealing with the sadness, the desolation, the loneliness, and the fear that are elicited through this pandemic.”
I don’t know what the future holds, although I highly doubt we will be allowed to worship at the full capacity of our churches in the near future. And I am quite sure that our bishop will extend the dispensation for Sunday obligation. However, I think it is important that we find some way to attend Mass weekly, even if we don’t feel comfortable coming to a Sunday liturgy.
Our daily Mass at the Basilica of St. Adalbert has a limited attendance, and we provide two daily Masses Monday through Friday at 8:00 a.m. and 5:15 p.m. I really believe that it would be better to attend Mass at some time in a given week rather than not at all. In addition, I am concerned that the faithful may be abusing the dispensation given by our bishop. If we are back to “normal” with regard to our everyday life—work, school, activities, etc.—and yet we are not attending Mass, the dispensation does not really apply. This dispensation is meant for the elderly, the immuno-compromised, and those who are truly distressed emotionally at the thought of going to a church for Mass. If we have resumed a somewhat normal approach to our life, using the dispensation to not attend Mass is definitely not appropriate.
I am trying not to sound harsh, but I am concerned as a shepherd that my flock may have grown too used to sleeping in, watching Mass at a convenient time, having coffee or another beverage in their hand while watching Mass, or that they may have given in to the idea that going to Mass is not that important.
In this weekend’s Gospel, Jesus said to the crowds: “I am the living bread that came down from heaven; whoever eats this bread will live forever; and the bread that I will give is my flesh for the life of the world. Amen, amen, I say to you, unless you eat the flesh of the Son of Man and drink his blood, you do not have life within you. Whoever eats my flesh and drinks my blood has eternal life,and I will raise him on the last day. For my flesh is true food, and my blood is true drink. Whoever eats my flesh and drinks my blood remains in me and I in him.”
In order to remain in Jesus and become like Jesus, we need to be receiving him in the Eucharist. In order to combat the fear, anger, confusion, and negativity that is so prevalent in our lives and in our world, we need to be receiving the Eucharist. Without it our lives are empty.
(Excerpts of today’s column were taken from an article in CRUX, an online Catholic news source.)
Para los católicos que están acostumbrados a las realidades físicas de la participación en la Misa, desde arrodillarse hasta el signo de la paz y, lo más importante, la recepción de la Sagrada Comunión, ha sido un cambio brusco no asistir a Misa y los teólogos tienen opiniones diferentes sobre si, para usar el lenguaje del Vaticano II, uno puede estar en una “participación plena, consciente y activa” en una Misa si la están viendo por televisión o en línea.
“Si ve una Misa por televisión (o en línea) con la misma actitud con la que ve la última temporada de (la serie de Netflix), entonces este no es un acto real de participación”, dijo Timothy O’Malley, el director académico en la Universidad de Notre Dame. Por supuesto que si asiste a Misa como espectador, esperando escuchar música agradable, ver algunos de sus amigos, ese tampoco es el sentido ideal de participación”.
“La forma de ‘ver’ la Misa en la TV que es participación, implica actos de alabanza”, “Durante la Misa, debemos pararnos, sentarnos, usar nuestras voces en la alabanza a Dios, hincarnos antes de dejar la presencia de Cristo. En la casa, podemos y debemos hacer las mismas acciones, también, sentarnos y escuchar atentamente la palabra de Dios”. Sin embargo, si bien la transmisión de la Misa o en vivo es diferente, está ofreciendo su propia fuente de consuelo por medio de rituales adaptados.
“San Agustín nos recuerda que no es suficiente cantar alabanzas a Dios en los salmos, sin dejar que nuestras propias vidas sean un himno de alabanza”, y continua O’Malley; “Durante esta pandemia, hay bastantes oportunidades para una completa participación de todos y cada uno los cristianos en ser himnos de alabanza. Sospecho que es por eso que muchos estamos encontrando necesario el ver la Misa en televisión para lidiar con la tristeza, la desolación, la soledad, y el miedo que esta pandemia provoca”.
No sé lo que el futuro traerá, pero dudo que se nos permitirá el alabar a total capacidad en nuestras iglesias en el futuro cercano. Estoy seguro que nuestro obispo extenderá la dispensación para la obligación del domingo. Sin embargo, creo que es importante que encontremos alguna manera de atender a Misa semanalmente, aunque no nos sintamos cómodos viniendo a la liturgia del domingo.
Nuestra Misa diaria tiene una capacidad limitada, ofrecemos dos misas diarias, de lunes a viernes a las 8:00 a.m. y a las 5:15 p.m. en la Basilica St. Adalbert. Realmente creo que sería mejor el atender a Misa algún tiempo en alguna semana que el no asistir a ninguna. Me preocupa que los fieles estén abusando de la dispensa de nuestro Obispo. Si hemos regresado a “normal” con respecto a nuestra vida diaria… trabajo, escuela, actividades, etc. pero no atendemos a Misa, la dispensación realmente no se aplica. Esta dispensa está destinada para las personas mayores, para quienes su sistema inmune está comprometido, y aquellos que realmente están angustiados emocionalmente ante la idea de ir a una iglesia para la Misa. Si hemos reanudado de alguna manera nuestro enfoque a nuestra vida, usar la dispensa para no asistir a la Misa, definitivamente no es apropiado.
Estoy tratando de no sonar muy severo, pero como pastor, me preocupa que mi rebaño se haya acostumbrado a quedarse dormido, viendo la Misa a una hora conveniente, tomando café o alguna otra bebida en la mano mientras ven la Misa, o que se han dado a la idea de que ir a Misa no es tan importante.
En el Evangelio de este fin de semana, Jesús dice a la multitud, “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Él que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo. En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”.
Para poder permanecer en Jesús y llegar a ser como Jesús, necesitamos recibirlo en la Eucaristía. Para combatir el miedo, la ira, la confusión, y el negativismo que tanto predomina en nuestras vidas y en nuestro mundo, necesitamos recibir la Eucaristía. Sin ella, nuestras vidas están vacías.
(Fragmentos tomados de un artículo en CRUX, un recurso en línea de una fuente católica.)